Comúnmente se ha definido como una actitud de dependencia hacia otra persona o pareja. En otras palabras, es cuando una persona intenta cubrir sus necesidades emocionales de forma desadaptativa con otro individuo.
Esta vinculación afectiva tan excesiva se relaciona muchas veces con trastornos de apego, con una baja autoestima, alto grado de inseguridad y una tremenda sensación de vacío y miedo a ser abandonado. Miedos y vacíos que cuesta mucho sentir porque no son agradables y solo estando en una relación hacen que se mitiguen y pierdan su fuerza e intensidad.
Así, cuando entramos en la dinámica de tener una pareja vamos a sentirnos mejor porque esa persona va a darme todo eso que necesito y que yo no sé darme por mi mismo como confianza, cariño, sentimiento de valía…
¿Cuál es el problema? Que me aferrare a la primera persona que me haga caso y me aporte esos valores, porque en ese momento lo único que importa es llenar ese vacío, el cual siento que no soy capaz de llenar por mí mismo. Y es aquí, cuando nos perdemos y dejamos de ser la persona que somos con tal de complacer a nuestra pareja, cediendo muchas veces a sus deseos. Al final, nos adaptamos a lo que la otra persona quiere y aunque algo en nuestro interior nos diga que no estamos a gusto porque no estamos en coherencia con nosotros mismos, no nos permitiremos soltar esa relación, porque si lo hacemos volverán esos sentimientos de miedo, de “me voy a quedar solo”, “con lo que me ha costado esta relación”, “es muy difícil encontrar a alguien”, etc.
Y claro que es normal querer que nuestra pareja nos aporte esos valores, pero cuando los necesitas para sentirte completo no es sano, porque el único que puede llenar ese vacío eres tú. Para entender ese vacío, lo primero es reconocerlo y darle su sitio, entender por qué está ahí y como se ha formado, es decir, acogerlo para llenarlo con tu aceptación, cariño y atención.
Y para ello, hay que echar un vistazo a nuestra historia y creencias, a nuestras experiencias y relaciones pasadas, con cómo nos sentíamos en la infancia con nuestros padres, como nos relacionábamos con nuestros iguales y a partir de ahí trabajar con nuestra autoestima para darnos cuenta de que nosotros también tenemos el poder de elegir.
Solo trabajando todos estos aspectos nos daremos cuenta desde donde nos movemos en nuestras relaciones. Si desde la necesidad de tener una pareja para no sentirme solo o desde la elección y el me apetece compartir contigo.
Por ello, me gustaría terminar con unas preguntas que invitan a la reflexión: ¿Desde dónde me relaciono, necesidad o elección?, ¿Qué gano si suelto esta relación?, ¿Estoy cómodo así?, ¿Cómo quiero verme en 5 años?
