¿Qué tipo de apego tengo?

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¿Qué es el apego?

A lo largo de nuestra infancia, se forma lo que se conoce como apego, y este tendrá un impacto significativo en nuestras relaciones con los demás en la edad adulta.

El apego puede definirse como el vínculo emocional que desarrollamos con personas significativas. Los primeros lazos que formamos son con nuestros cuidadores, generalmente nuestros padres, y estos lazos tienen un gran impacto en nuestra vida. Así, si nuestros padres están presentes, responden a nuestras necesidades de manera adecuada y están emocionalmente disponibles, entonces desarrollamos una sensación de seguridad, que nos permitirá explorar el mundo con confianza.

Investigaciones realizadas

Son numerosos autores los que han estudiado el apego debido a su importancia y repercusión en las personas. Uno de los pioneros fue John Bowlby, un psiquiatra británico que en la década de 1960 desarrolló la Teoría del Apego. Esta teoría se enfoca en los lazos emocionales y afectivos que establecemos con otras personas, especialmente con nuestros padres o cuidadores, así como con nuestras parejas. Según Bowlby, nuestro estilo de apego afecta en nuestra autoestima, la calidad de nuestras relaciones y nuestra capacidad para manejar las emociones.

Con el tiempo otra psicóloga, Mary Ainsworth, llevó a cabo un experimento llamada «situación extraña» para evaluar los diferentes tipos de apego en niños ampliando así el trabajo hecho por Bowlby. Este experimento consistió en observar cómo reaccionaban niños de entre 12 y 18 meses ante la separación de su madre, cuando los dejaban solos brevemente y luego los reunían nuevamente con ella. A partir de esta investigación, se identificaron cuatro tipos de apego.

Tipos de apego

  1. Apego seguro: es el que se da cuando se han logrado satisfacer las necesidades fisiológicas y emocionales, es decir, han estado presentes físicamente y disponibles emocionalmente de manera habitual y estable en el tiempo pudiendo desarrollar nuestra autoestima para poder explorar el entorno de forma segura. Así, a los adultos con este tipo de apego no les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y tampoco les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
  2. Apego ansioso/ambivalente: se da cuando las figuras principales no siempre estaban para nosotros de forma emocional, es decir, estaban de forma intermitente. Por lo que esto no nos permite predecir cuándo la persona que necesito va a estar ahí. Produciendo miedo ante la separación y angustia al estar solo. De adultos, el apego ansioso-ambivalente genera una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
  3. Apego evitativo: se produce cuando los cuidadores principales fueron fríos a nivel emocional, pudiendo querer mucho, pero sin trasmitirlo ni validar las emociones. En la etapa adulta, se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción, ya que tienden a ser personas muy independientes y autónomas.
  4. Apego desorganizado: es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo, ya que el bebe presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego. En la mayoría de los casos los cuidadores han tenido conductas negligentes o inseguras, como casos de abandono, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su figura principal e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta. Así, los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas y grandes dificultades para relacionarse con las personas de su entorno. De adultos, evitan la intimidad, ya que no saben gestionar las emociones, por lo que se genera un desbordamiento emocional que impide la expresión de las emociones.

¿El apego se puede cambiar?

No obstante, el apego puede cambiar según va creciendo la persona, la cual también se ve afectada por la conducta del otro, por las relaciones de amistad, laborales y de pareja que se mantienen con las nuevas figuras de apego.

Concluyendo, para entender el apego es necesario interpretarlo desde una perspectiva integradora. Lo cual implica que todas las relaciones que se producen desde el nacimiento hasta la edad adulta marcan la persona que somos ahora. Alguien con un estilo de apego inseguro en la infancia puede “aprender” de las conductas de apego seguro que le proporciona su pareja u otras personas cercanas, como puede ser un grupo saludable de amigos. En todo caso, lo principal es desarrollar estrategias convenientes para generar seguridad, con los recursos que tengamos disponibles.

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