Lamentablemente, arrastrar heridas emocionales de la infancia y un apego inseguro es algo más común de lo que se piensa, y muchas veces ni siquiera somos conscientes de cómo afectan en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás. 

A lo largo de mis años de experiencia, he presenciado repetidamente cómo impactan estos elementos en la salud mental de mis pacientes. 

Por eso, en mi terapia integradora, unas de las herramientas que más utilizo es la técnica de la silla vacía, niño/a interior y el trabajo con las partes (IFS).

Al conectarnos con nuestro niño interior, logramos comprender y sanar las heridas emocionales de la infancia, liberándonos del dolor y las creencias limitantes que nos afectan. 

Mediante la técnica de la silla vacía, exploramos y resolvemos conflictos internos al dialogar con una representación imaginaria de una persona la cual nos generó gran malestar, que a día de hoy nos sigue repercutiendo y que no está disponible. A través de esta técnica podremos decir lo que no pudimos en ese momento o entender lo que pasó desde la parte adulta que somos ahora, para darnos aquello que necesitábamos en ese momento. 

Y en cuanto al trabajo con las partes (IFS) nos ayudará a entender las distintas partes internas que tenemos (pensamientos/sentimientos/creencias) para poder tener un diálogo con ellas y que estén en equilibrio y acorde a nuestras necesidades.